Historia

Sin duda alguna la historia contemporánea de Marmolejo está ligada indisolublemente a la de su Balneario. Con su construcción comienza la época más brillante de la historia de la localidad, la de su mayor esplendor y popularidad.

En la España rural de finales del siglo XIX, un pequeño pueblo de apenas 4.000 habitantes se convierte en el destino predilecto de la burguesía y aristocracia española. Diputados, ministros, intelectuales, condes, marqueses, embajadores… junto a cientos de ciudadanos de toda condición, viajaron a Marmolejo atraídos por la fama que numerosos doctores y tratados médicos otorgaban a las aguas de Marmolejo en el tratamiento de enfermedades del estómago, el hígado y los riñones.

De esta forma, Marmolejo vivirá durante varias décadas al ritmo de una gran ciudad. En la época de mayor esplendor llegó a contar con más de 30 tabernas, 10 hoteles, 4 casinos, 3 cines, un teatro, 4 joyerías y multitud de establecimientos de todo tipo. Fiel a su tradición agrícola, los vecinos y vecinas de la localidad llamaron siempre a la temporada de aguas del Balneario la tercera cosecha.

«Marmolejo vivirá durante varias
décadas al ritmo de una gran ciudad.»

Como destino turístico, Marmolejo tuvo el privilegio de conocer los grandes avances del siglo XX a la par que las grandes capitales españolas: adoquinado de calles, servicio de taxis, iluminación eléctrica en las calles, estación telegráfica y de teléfono y, lo que más orgullo despierta todavía hoy entre los marmolejeños, la construcción en 1916 del tranvía de sangre.

Eduardo León y Llerena, diputado en Cortes y consejero de Estado, compró el Balneario en 1883 en subasta pública y a él debemos, en gran medida, la proyección internacional que llevó a Marmolejo a estar presente en las exposiciones universales de Londres, París o Chicago y el hecho de que visitasen Marmolejo personajes como Ramón y Cajal, los hermanos Álvarez Quintero, Ortega y Gasset, Torcuato Luca de Tena, Rodolfo Valentino o el mismísimo Charles Chaplin.